Los cosacos

Historia de un pueblo libre y rebelde.

El término ‘cosaco’ se aplica a diversas comunidades de habitantes de Europa Oriental y, por extensión, a ciertas unidades militares compuestas por cosacos. Los grupos más importantes se encuentran en Ucrania y Rusia, en las orillas de los ríos Dnieper, Don y Kubán.

Los cosacos del Dniéper

Según algunos autores los primeros cosacos fueron descendientes de las hordas mongolas que invadieron Ucrania en 1237, aunque otros afirman que ya estaban allí en el siglo X. Establecidos en la región de Zaporozhia, a orillas del Dniéper, se mezclaron con turcos y polacos y adoptaron la lengua eslava. En el siglo XV habían formado ya, junto al río, una comunidad libre que vivía con las armas en la mano, prontos para combatir o para asaltar a las caravanas. Se los conocía con los nombres de zapórogos y kazak (cosacos). Esta última palabra deriva posiblemente del turco quzzaq, que significa ‘aventurero’ y ‘hombre libre’. En todo caso no hay que confundirlos con los kazajos (naturales de Kazajistán).

Puesto de avanzada cosaco (1904), de Ludwig Gedlek. Óleo sobre tabla. Foto: Wikipedia.

Los polacos utilizaron a estos clanes guerreros para organizar un cuerpo regular de soldados con el cual derrotaron a los tártaros en Olchenica (1527). En 1576 el rey Bathory organizó permanentemente a los cosacos del Dniéper al mando de un ‘atamán’ (caudillo), pero debido a su extrema agresividad llegaron a ser un arma de doble filo para Polonia, que se apresuró a disolverlos. No obstante su tenaz resistencia, los cosacos fueron dominados y reducidos a la condición de labradores hacia 1648; pero, por poco tiempo. En 1654 el atamán Bogdan Khnelniesky apartó a sus cosacos del sometimiento a que se hallaban sujetos en Polonia y se puso bajo la protección de Rusia, con lo que precipitó entre ambas potencias una guerra por la posesión de Ucrania. Los cosacos se comprometieron a servir en el ejército del zar a condición de que los dejaran gobernarse por sí mismos y a no pagar impuestos.

Los cosacos del Don

Junto al mar de Azov y al río Don también se formaron comunidades de cosacos. Buena parte de ellos eran desertores rusos y campesinos fugitivos. Iván el terrible los organizó a mediados del siglo XVI, reconociéndoles el derecho de elegir a sus atamanes. Gracias a ellos logró derrotar a los tártaros en Kazán y Astrakán (1552-54).

Retrato de mujer cosaca, de Grigory Gagarin (1810–1893). Foto: Wikipedia.

En 1670 los cosacos del Don se sublevaron, al mando del célebre Stenka Razin, contra la nobleza. Proclamaron la República Cosaca en Astrakán, cerca de la desembocadura del Volga en el mar Caspio, bajo los principios de igualdad, abolición de la esclavitud y el fin de los privilegios en sus territorios. Naturalmente, polacos y rusos no podían admitir tal situación y redujeron a los cosacos, que volvieron a ser campesinos, cazadores y criadores de caballos. Razin fue llevado a Moscú y condenado a morir descuartizado.

Aún hubo otras revueltas, como la de Pugachev en 1773, tras la cual, Catalina II desterró a los cosacos zapórogos a orillas del río Kubán. Por lo demás, abandonaron su vida aventurera y errante e iniciaron la construcción de aldeas.

Cosacos en la estepa, de S. Vasylkivsky (1900s). Óleo sobre lienzo.

Los cosacos dividieron sus tierras en estados casi independientes, formaron grupos militares llamados artel y corporaciones de oficios llamadas vatagi. A la cabeza de cada grupo había un atamán. Posteriormente instituyeron las elecciones. Hubo así un atamán que se transformó en jefe supremo de todos los cosacos de Ucrania, por elección de los ciudadanos. Los demás cargos importantes eran también electivos. Había también un parlamento llamado kolo que tomaba las decisiones más importantes. El poder del atamán se transformaba en absoluto tan sólo en caso de guerra.

Soldados del zar

El estado surgido por obra de los cosacos no era del todo independiente. En San Petersburgo, la nueva capital imperial fundada en 1703, reinaba una dinastía de soberanos que se proclamaban “señores de todas las rusias”: los zares.

El de los cosacos fue el único pueblo de Rusia que, a pesar del omnímodo poder de los zares, gozaba de cierta autonomía y un cierto bienestar: como también tenían el raro privilegio de pagar pocos impuestos pronto se convirtieron en una clase rica y poderosa. Los zares se enfrentaron a los cosacos por ver en ellos un grave peligro para su autoridad. Nunca consiguieron someterlos completamente y tuvieron que reconocerlos independientes. Aún más, en ocasiones se vieron obligados a pactar concediéndoles tierras y ganado.

Pero por otra parte, tras haber valorado las cualidades militares de los cosacos, los rusos terminaron incorporándolos como soldados de su ejército. Nació así la famosa caballería cosaca que se transformó en el terror de los enemigos de Rusia.

Estatua de Bogdan Khmelnytsky, del escultor Mikhail Mikeshin, frente a la catedral de Santa Sofía en Kiev. Foto: Benutzer Elya, Wikipedia.
La respuesta de los Cosacos de Zaporozhia al sultán Mehmed IV de Turquía. Pintado por Ilya Repin entre 1880 y 1891. Foto: Wikipedia.

Los jinetes cosacos llevaban un característico uniforme formado por un largo capote y un kolbak (gorro). Sobre el pecho llevaban dos vistosas cartucheras. Diversos ejércitos europeos conocieron la audacia y el arrojo de estos soldados, que participaron en la guerra contra Napoleón. También en la Segunda Guerra Mundial la caballería cosaca tuvo oportunidad de distinguirse enfrentándose, a veces, hasta con carros de combate.

Los cosacos y la revolución rusa

A los revolucionarios bolcheviques no les gustaban los cosacos, ya que estos habían jurado fidelidad al zar. Cuando la Guerra Civil de 1919, la mayor parte combatió en el ‘ejército blanco’ contra los comunistas. Al triunfar los segundos, persiguieron a los cosacos. Especialmente Stalin, ejecutó a un buen número y deportó al resto. Sin embargo, al avecinarse la guerra contra Alemania, entendió que era mejor tener a su favor a soldados de su valía. Durante la guerra muchos cosacos se distinguieron luchando contra los nazis, pero otros lo hicieron a favor de Alemania contra Stalin. Acabada la contienda, el dictador soviético reanudó la persecución. Con la llegada de la perestroika los cosacos recuperaron sus tradiciones y su cultura.

¿Quién no recuerda la escena de la cabalgada de los cosacos con Yul Brinner al frente en la película Taras Bulba? ¡Zaporoski!