Uso de la química en la restauración de colores

Sobre la obra «The Storming of the Teocalli by Cortez and His Troops» de Emanuel Leutze.

Henry DePhillips, profesor de química del Trinity College, forma parte de un cuadro de especialistas que tratan de averiguar los auténticos colores de las pinturas antiguas y de otros valiosos bienes culturales.

Para ello corta muestras diminutas, de tamaño invisible al ojo humano, del lienzo o del material a analizar y las coloca en microscopios especiales para investigar sobre ellas y determinar los productos químicos que componen los pigmentos de color. Como resultado se hace una idea de los materiales y métodos empleados en los tiempos en que se creó la obra analizada, y obtiene datos para preservar o restaurar la pieza y dejarla tan parecida a su estado original como sea posible.

DePhillips es especialista en autentificación de obras de arte y también utiliza la química para revelar fraudes. Según dice: Si vas a restaurar una obra de arte tal como era el día que fue acabada, necesitas saber exactamente qué materiales se utilizaron.

El proyecto más reciente de DePhillips es el análisis de una pintura de 1848, del germano-estadounidense Emanuel Leutze, y es particularmente ambicioso debido a su gran tamaño y a su significación histórica.

Leutze pintó The Storming of the Teocalli by Cortez and His Troops cuatro años antes que su clásico Washington cruzando el Delaware. El cuadro está demostrando su edad: el barniz que amarillea ensucia los fondos blancos, los cielos azules adquieren un tinte verdoso y se hacen evidentes las manchas de los últimos intentos de restauración por parte de los anteriores dueños.

Hasta hace algunas décadas, la mayoría de los trabajos de restauración y conservación fueron llevados a cabo por artistas que se vieron en la necesidad de hacer conjeturas acerca de cómo eran las pinturas originales, los barnices y otras sustancias usadas por los creadores. Los resultados a veces eran brillantes, pero a menudo solamente adecuados, o en el peor de los casos, dejaban manchas mal unidas o huellas de los movimientos del pincel.

A partir de muestras microscópicas de las obras, los químicos pueden ahora establecer claramente las mezclas de óxido de hierro, óxido de mercurio, dióxido de titanio, lapislázuli y otras sustancias que sirven para componer los colores. El mercurio, por ejemplo, es dominante en la tonalidad rojizo-anaranjada. Y cuando la pintura de una nube aparezca oscura, la presencia del dióxido de titanio prueba que, cuando salió del pincel del artista, era del blanco brillante asociado a esa sustancia.

Las implicaciones van más allá de la estética, al valor económico. Por ejemplo, la presencia del azul de prusia puro -el primer color sintético en la revolución industrial- puede hacer que se eleve el valor de una pintura.

Vía: Discovery Channel